Agosto 2017
Lo acepté; el Versus dejó de parecerme horrible e innecesario como en un principio. Sé que después de todo, fue el espectáculo de muchos fans, fue el Versus de los que pudieron acercarse a ella y también de los que, desde lejos, descubrieron que no importa el número de asiento, lo importante es amar y cuando se ama verdaderamente a Alejandra Guzmán no importa si tenemos lugar en una primera o en una última fila.
Fue el Versus de las cortesías, de los concursos, de las fotos con ella, de las miles de “rosas rojas” para nuestra “Reina de Corazones”. Fue el Versus donde pudimos emocionarnos de otra manera, el Versus en el que quizá, por primera vez, no sólo aplaudimos, gritamos y cantamos por nuestra Eternamente Bella, sino también enfrentamos “porras contrarias”, ¡y qué manera de hacerlo! Tal vez por eso desconfié tanto de los que decían que el Versus era un “sueño hecho realidad”, de los que usaron playeras con las imágenes y los nombres de ambas artistas. Y es que me parece ilógico, ¿a qué fan de verdad le alcanza el corazón para amar a dos estrellas?
Fue el Versus de las playeras, de las gorras, de los encuentros entre amigos de tantas ciudades y países que volvíamos porque era hora de gritar que amamos como locos a La Guzmán.
Y sí, sé que también vivimos las comparaciones, los ataques, las pelas entre “ellos y nosotros” y una vez más, con inmenso orgullo, descubrí que digan lo que digan de Alejandra Guzmán, no podrán destruirla, porque su talento la respalda y su honestidad ha creado un pasado que no se calla ni se oculta.
Sí, ¡Alejandra Guzmán es grande arriba y abajo de un escenario!
